Adrián observó a su padre, suspiró profundamente y le dijo:
–Tus palabras parecen sinceras y eso me obliga a hablarte con toda mi honestidad.
Ignacio miró fijamente a su hijo, en un segundo quiso abrazarlo y reírse por la expresión tan ingenua que acababa de soltarle.
–Dime lo que quieras.
–Por mucho tiempo pensé en hacerte pagar, buscaba cada día la forma de castigarte por abandonarme y hablo solo de mí, George tenía otros planes que ya te explicará por su cuenta. En fin, como no tenía tu rostro, imaginaba cualquier figura masculina a la que rechazaría con mucha rabia si algún día lo tenía frente a mí.
–Lamento mucho que hayas crecido con ese rencor en tu corazón y espero, francamente, que ese sentimiento le haya dado paso a la comprensión y tolerancia.
–A la tolerancia sí, a la comprensión todavía no, porque no puedo entender como un hombre como tú, inteligente y educado se dejó manipular por su madre, a la edad que tengo m