Capítulo XIX

Me siento como si estuviese siendo extirpada por varios científicos por un gran descubrimiento. El comandante me examina mientras —como siempre— se acaricia la barba. No le importó citarme toda mojada, recién llegada de la expedición y tampoco le interesó mi mal humor al entrar en su espacio de mandato.

—Nos dejó ir porque se sentía humilde —empiezo a decir como si fuese una máquina—. Aunque presiento que ante esa acción había algo más oculto. No sé. Entregué mi gabardina a los de informática, afortunados por tener, aunque sea, un computador. Pensé que pudo haber puesto algo mientras me tenía enjaulada, pero nada.

—¿Cómo reaccionaste cuando te “abrazó”?

—No pude reaccionar. Era como si hubiese entrado en un estado de rigidez impuesta. —Mis cejas vuelven a fruncirse, en tot

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