UNA DESPEDIDA NO TAN AMARGA
—No es irrelevante —lo escucho con interés. Me vuelvo para observarle y prestarle toda mi atención—. ¿Te parece irrelevante? ¿Tú qué opinas, Red?
Hundo el ceño y me cruzo de brazos.
Intercalo la mirada en ambos y pienso mejor mi respuesta.
—No me parece irrelevante que desees demostrarle al pueblo que sigues siendo tú, Atlas —contesto sonriente.
Él enarca una ceja y Zelig se echa a reír.
«La gente que tiene la capacidad de enarcar una sola ceja me sigue generando envidia».
—¿Ves que no estoy equivocado? —Golpea su hombro.
Atlas, colmado de irritación, lo abraza y lo tumba en el pasto verde refugiado por el follaje del gran samán. Aquí, en su sombra, no cae la nieve, lo que nos permite lanzarno