Baldassare
Soy afortunado. Un Diavolo muy, muy envidiado. Ser besado por la Gazzella me eleva al cielo, y la caída con ella es a prueba de todo. Quiero estar dentro de ella, sentirla… pero también debo encargarme de que mi mujer esté cómoda. Me alejo de su boca y ella se entierra en mi cuello. Examino el cuarto a penumbras y, con ella en brazos, me dirijo hacia la lámpara de la mesita de noche. La enciendo. Hay dos puertas.
—Nos daremos un baño, tan pronto descubra cuál es la puerta —digo con voz gutural.
Azzura se despega y señala la del lado izquierdo.
—Mientras te curabas la herida, el Capi me dio un tour por La Roca. —Rebusca en el bolsillo de su chaqueta—. Deja mi dado en la mesita.
Me lo entrega. Lo miro y recuerdo su procedencia. El clan Corvi. Kenta, su líder, se lo dio como una promesa.
—Esto inició todo —susurro, admirando el tono sangriento del cubo antes de depositarlo sobre la madera.
—Menos mal que decidí que fuera mi amuleto —agrega, y sus ojos se clavan en la mesita—. E