Baldassare
No esperaba respuesta, pero mi primo decide ser amable.
—Es de su equipo o puede que su amigo con privilegios —responde Neri.
Enfurecido, lo empujo, pero me retiene por el cuello.
El tipo se toma demasiada confianza y une la frente a la de la gacela.
—Ocho, nueve y diez —canta Neri, sin soltarme.
La victoria es de Azzura, y en vez de celebrar, estoy celoso. El hombre de cabello multicolor la levanta por el trasero; ella se deja y acomoda sus piernas en sus caderas. La multitud aclama su nombre:
—¡Azzura, Azzura!
Ella está eufórica y alza los puños en el aire. El árbitro mantiene una charla con la contrincante y la ayuda a sentarse. Los de su esquina van a verla. La cara de la mujer se ve peor que la de la gacela.
—Imbecille, sigue el plan. No lo arruines. —Neri trata de apaciguarme.
Controlo mi impulso y observo cómo ese cretino la exhibe. Lo envidio a muerte. Quiero matarlo. El maldito puede celebrar con ella mientras yo estoy oculto bajo una capucha, junto a mi chantajist