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*Lucia*
Estaba en la biblioteca, el espacio de ocho por ocho metros tenía libros del piso al techo y los volúmenes eran desde literatura hasta enciclopedias científicas, mientras leía un libro sobre una planta que ayuda a equilibrar los cambios espirituales, yo seguía sin darme cuenta que me espiaban. —Que los dioses me perdonen, pero eres más hermosa que la mismísima Diosa Luna—dijo el hombre que estaba apoyado en el marco de la puerta. —Por todos los Dioses Ángel casi me envías con ellos del susto—respondí a mi esposo después de dar un salto en mi asiento. —Perdón amor—dice riéndose por mi susto—te veías muy a gusto con ese libro—continúo hablando mientras se acercaba a mi lado—¿Qué lees?—preguntó al final cuando llego a mi posición, tenía puesto unos vaqueros desgastados y una camisa leñadora de tonos azules abierta con una musculosa blanca debajo, su casi metro ochenta me tapó la luz y no pude evitar mirarlo a los ojos, unos ojos oscuros que tienen una seducción única. —Un libro de lo más interesante sobre una planta que ayuda a equilibrar los cambios de espíritu al usar nuestros anillos—dije con una sonrisa de oreja a oreja—no te interesa ni un poco ¿no?—concluí al ver la cara del hombre que amo. —Sabes que soy un hombre de acción amor—dijo levantando las manos en señal de paz—los libros son lo tuyo y lo de Rei—dijo caminando a la puerta—ya está la cena—terminó de hablar para salir de la biblioteca sin antes guiñarme un ojo. Me levanté del cómodo sillón y dejé el libro en su lugar de la estantería, debía pensar en donde encontraría esa hierba, la necesitaba y mucho para hacer el Velo lo más poderoso posible sin hacerme daño. La energía que requería no iba a ser difícil de conseguir, pero manipularla de esa forma era otro tema. Al llegar a la cocina me encuentro con mi familia, mi esposo ya está poniendo la mesa con su delantal de amo de casa negro y blanco, mientras que mi hija está terminando de guardar los útiles de la escuela en su mochila. —¿Terminaste los deberes Reichel?—preguntó a la niña de ojos verdes que no para de sonreír desde que me vio llegar a la habitación, ella es un calco de mi cuando tenía su edad. —Sí, dejo esto en mi habitación y regresó—respondió moviéndose rápido hacia las escaleras. Ayude a Ángel con la mesa y esperamos a que Reichel bajara para empezar a comer, lasagna con dos tipos de salsa, Ángel es un excelente cocinero. La cena fue de los más silenciosa, nada interesante más allá de las conversaciones triviales del día a día, una vez terminamos levante la mesa y lave los platos bajo la atenta mirada de mi esposo, mientras Rei se fue a su habitación a ducharse y alistarse para dormir. —¿Rei te contó lo que sucedió en la escuela?—preguntó al final rompiendo el silencio sin problemas que había reinado en la cena. —No me dijo nada, ¿Qué pasó esta vez?—pregunté al final sabiendo cuales eran las posibles respuestas. Reichel era muy volátil a la hora de interactuar con otros niños, ella podía hacer amigos tan fácilmente como enemistades igual de rápido, los niños de su escuela la trataban raro por como hablaba o se refería al mundo, ella debería de ir a una escuela para Portadores de Joyas, pero con Ángel estuvimos de acuerdo en que debía conocer el mundo humano, mientras tuviera la inocencia de la infancia, así fue como conoció a su mejor amiga Sara, que era hija de unos doctores especializados en Seres Sobrenaturales, muy respetados en el entorno que nos rodeaba. Los Lorassa eran buenas personas, nos hicimos amigos cuando las niñas iniciaron su amistad infantil, sabiendo que nuestras vidas estaban conectadas en más de una forma y que su amistad infantil duraría hasta el final de sus días. —Una niña empujó a Sara y nuestra princesa salió a defenderla, lanzó a la fuente a la pobre humana—dijo abrazándome desde atrás—tranquila que ya me encargué que nadie recuerde nada—dijo mostrándome cómo brillaban sus anillos. —Es cierto que eres un hombre de acción—digo para cortar el momento de tensión. Cuando conocí a Ángel él estaba luchando contra un Puma porque quería tomar posesión de su compañera destinada, pero ella apenas era una niña de cinco años, el Consejo ordenó la actuación inmediata de Portadores de Joyas para bloquear la unión hasta que la niña tuviera una edad apropiada. —De mucha acción amor mío—dijo el hombre que amo sujetándome fuertemente de la cintura. Me di la vuelta y lo miré a los ojos. —Iré a hablar con ella—dije cortando el momento de adultos. Me dio un suave beso en la mejilla y me soltó. Subí a la habitación de nuestra hija dejándolo en la cocina y golpeé la puerta. —Pasa mami—dijo mi hija al abrir la puerta. Se hizo a un lado y cuando entré cerró la puerta para luego acomodarse en la cama. —Ya hablamos muchas veces Reichel sobre el uso de tus anillos en público—dije a la niña que agachaba la cabeza. —Lo sé mami—contestó sin levantar la vista de sus manos. —Vas a una escuela de humanos, tu padre y yo hemos sido muy flexibles al respecto, deberías de ir a Alemania en donde están las mejores academias para Portadores de Joyas o a alguna academia para Seres Sobrenaturales—dije intentando sonar tranquila, pero mi voz fue en aumento a medida que hablaba. —Tú prefieres que no defienda a Sara—contestó mi hija dando un salto de la cama y poniéndose delante de mí. —Reichel no te estoy diciendo que no la defiendas, intento explicar que los humanos no son parte de nuestro mundo—dije más calmada. En ese momento Ángel entró en la habitación sin anunciarse.






