Habían pasado dos meses desde el encuentro clandestino entre Alexia y Matías, y desde hacía dos semanas ella se sentía mal. Incluso había llegado a pensar que alguien le estaba echando algo en la comida, porque cada vez que intentaba comer, terminaba vomitando y estaba muy preocupada por su salud, tanto así que pensaba que la malvada de Olivia la estaba envenenando.

Al principio, no quiso preocupar a nadie con lo que le estaba ocurriendo, por eso trató de ocultar los síntomas incluso de su mejor amiga.

Sin embargo, llegó un punto en que no podía más con las náuseas y el malestar general. Era tal la incomodidad que, cuando Luciana la miró de cierta manera, notó de inmediato que algo andaba mal con ella, y le preocupó mucho verla así, porque todo lo que comía, Alexia, lo devolvía.

Hasta que, una vez, mientras conversaban, Luciana la miró fijamente y, de pronto, le preguntó:

—¿No estarás embarazada?

Alexia, al escuchar esas palabras, respondió de inmediato:

—¡No! ¿Cómo crees? Se te olvid