Temblaba.
Sabía que todo iba a salir bien, pero eso no me impedíatemblar. Subí las escaleras del juzgado agarrando confuerza la mano de Ian. Había tenido mucho cuidado por lamañana cuando me vestía, había elegido un vestido negro,ajustado y elegante. Zapatos con tacones altos y alrededorde mi cuello las perlas de mi abuela que las heredó mimadre y luego yo, que en algún momento heredará Liv. Elcabello suelto caía en ondas brillando después de todo eltiempo que pasé en el espejo peinándome.Ian, era la pareja perfecta a mi lado con su traje negro ycamisa blanca.Era guapo y cuando iba tan serio como ahora, con esamirada intensa que todos que se nos cruzaban se alejabande nuestro camino, me entraban ganas de tirarme a susbrazos y besarlo. Y otras cosas.Él no sabía lo que había planeado con Isabella, no hubomanera de encontrar un momento a solas o un lugar dondepoder hablar sin mied