Cuando llegamos al jardín mi amiga y yo, se empezó a escuchar los rumores de los invitados, celebrando con aplausos mi aparición, viendo a la gente que me miraban con admiración mientras sonreían. Me quedé mirando fijamente a Mario que me estaba esperando en el altar dado que parecía que estaba para mi parecer muy tranquilo como siempre era él, aunque me fije en como su mandíbula estaba tensa y en sus preciosos ojos tenía un brillo que nunca le vi. Al llegar donde estaba Mario, una pequeña mano me cogió de la falda del vestido dándome cuenta de que era mi pequeño Lucas, reclamando mi atención mientras los invitados se reían por su acción. Me quedé mirando a mi hijo, viendo sus ojos muy brillantes por la emoción, teniendo que sonreirle muy nerviosa, agachándome para escuchar lo que me quería decir.
—- Keira estás muy guapa – me dijo extendiendo sus brazos para darme un abrazo.
Pero yo lo cogi en mis brazos emocionada y a punto de llorar, porque él era lo único que de verdad me importab