París respiraba bajo una bruma espectral, como si el Sena hubiera vomitado sus secretos a las calles.
Rasen ajustó la cámara, capturando sombras que se retorcían bajo las farolas.
Pero un grito lo paralizó.
—¡Aléjate! ¡No quiero tu ayuda!
El grito rompió el murmullo de la multitud. Una figura se encogía contra un muro de piedra, temblando. Cabello anaranjado, sucio y enmarañado. Ropas rasgadas. Y en sus brazos… Las quemaduras. No eran cicatrices normales. Espirales talladas en la piel. Simétricas. Perfectas. Exactamente iguales a las runas de contención grabadas en la sombrilla de plata
Sanathiel había rechazado ese símbolo.
Pero en Clear… Estaban vivas. Palpitaban bajo su piel. Como si algo encerrado en su interior intentara liberarse. Como si ella misma fuera el sello de algo más grande. Y Rasen lo entendió al instante. No eran solo marcas de ritual. Era el mismo sello usado por Arcángel y Risas. Clear no era solo una víctima. Era parte del sacrificio. Y aún seguía viva. Lo que sign