84. LA UBICACIÓN DE BRINA
No sé cuántas veces he escuchado la historia ya. A veces pienso que si vuelvo a oír el nombre de Celene una vez más, mi cabeza va a estallar. Pero sigo ahí, sentada junto al fuego, con la espalda recta y los dientes apretados, mientras los ancianos leen otra entrada del diario maldito.
Un diario con varios autores. Nueve siglos. Muchas verdades a medias.
La historia suena más a mito que a hecho, pero no hay dudas: es real. Todo esto... es real.
La gran diosa Celene, madre del equilibrio, confió a Celina —la primera sacerdotisa de esa familia— el cuidado de reliquias que fueron usadas por el primer Lycan. Regalos que fueron dados por la diosa antes de que el poder consumiera el alma de su creación.
No soy una niña. No me creo cuentos. Pero cuando una parte de tu alma vibra con cada palabra que sale de esos textos, cuando la sangre en tus venas responde como si escuchara un viejo canto olvidado, ¿cómo negarlo?
No sé cómo... pero mi sangre está ligada a esa familia.
Y eso lo cambia todo