72. LO QUE SOY
No sabía cuánto tiempo llevaba aquí. A veces me parecía un instante. Otras, una eternidad.
Entonces, frente a mí, el suelo se transforma. Aparece un espejo de agua, quieto y brillante, sin fondo. Me acerco lentamente. Me veo reflejada, pero... no soy yo.
Mi reflejo estaba allí y este me sonríe.
No es burlón ni amenazante. Es una sonrisa de comprensión. De certeza. Sus ojos brillan con una luz que no recuerdo haber tenido.
Y entonces, aquella imagen mía de cabello blanco me habla.
Con mi voz, pero con una fuerza que no me pertenece.
—Por fin —dice—. Es hora de hablar.
Mara se materializa a mi lado y no puedo evitar mirarla con asombro.
Los ojos de Mara parecían tan profundos como el bosque, miraban con atención hacia el frente. La aprecié como no lo había hecho. Estiré mi mano y la toqué, entonces ella respondió a mi caricia y me sentí feliz. Era una loba hermosa. Suave, cálida y tan confiable que me sentí orgullosa de compartir alma con ella. Entonces volví mi atención a mi reflejo.