52. PELEA DE ALFAS
ALFA CADE
Cuando regresé a la habitación, ya había pasado tanto tiempo que encontré a Lyra profundamente dormida. Me detuve a observarla. Cada curva de su cuerpo, cada suave respiración, era un fuego lento que amenazaba con devorar mi autocontrol. Aunque el aire acondicionado rugía al máximo, yo ardía por dentro.
Costó trabajo obligarme a acostarme a su lado sin tocarla. El deseo me quemaba las venas, y no suelo reprimirlo, pero con ella no puedo precipitarme. Si me muestro ansioso, su loba me rechazaría. Necesito que ella también me acepte, que me marque, y eso no sucederá hasta que mi sello sea sólido y borre cualquier duda en su mente.
Oh, cómo voy a disfrutar restregarle esto a Zayden cuando por fin ocurra.
El sueño se demoró en alcanzarme, pero fue bueno, hasta la sentí moverse a mi lado. Fingí seguir dormido. Sus movimientos eran suaves, y su mirada pesaba sobre mí como un roce eléctrico. Mi ego se infló con la certeza de que fantaseaba conmigo, de que su cuerpo empezaba a ceder