56. HE VENIDO POR TÍ
Estoy tirado en el suelo. La piedra está fría bajo mi espalda, pero es compensado con la tivieza de la sangre que brota a borbotones de mi cuello. El desgarro que me dejó Zayden es profundo... demasiado. Debería estar muerto.
Y sin embargo, respiro.
Parpadeo mientras mi visión se nubla y veo cómo Zayden se aleja de mí. No corre, no está tampoco en condiciones de hacerlo, pero avanza en medio de su cojera. Ella es lo único que él tiene en mente: Lyra.
Su cuerpo está a pocos metros, desmayada, inmóvil, expuesta. Mi Lyra.
Intento moverme, pero cada músculo grita. El dolor es insoportable, y, sin embargo, algo bulle dentro de mí. No es solo adrenalina. No es solo furia. Es poder.
Su poder.
La energía que le arrebaté aún recorre mis venas. Me quemaba hace unos minutos, y ahora me salva. No debería estar consciente, no con una herida así... pero la regeneración ya empezó. Lentamente, mi piel vuelve a cerrarse. Mis huesos se acomodan.
Gracias a ella.
Gracias a esa fuente inagotable de fuerza