32. EL SECRETO DE LOS PUROS
En el edificio hay un nivel exclusivo para las reuniones con el Consejo. Por extraño que parezca, siendo yo el Alfa Supremo y no el acusado, siempre que entro ahí el aire se vuelve denso… opresivo. Hoy, más que nunca, ese lugar me aprieta el pecho.
He estado ante los ancianos en otras ocasiones, pero esta vez es distinto. Se percibe algo más… personal. Lo sentí desde el silencio con el que me recibieron, desde las miradas que intercambiaron antes de invitarme a tomar asiento.
No lo hice. ¿Cómo podria hacerlo?
Un Alfa no se sienta cuando lo que está en juego es su honor… o el de su compañera.
Los rumores sobre Lyra ya no son susurros. Son cuchillos, y algunos empiezan a volverse peligrosos.
—Alfa Zayden —dijo finalmente el anciano Luthias, con la voz pausada de quien mide cada palabra—. Hay rumores. Y aunque no solemos darles importancia, algunos se han vuelto demasiado persistentes para ser ignorados.
Me tensé. Rod gruñó dentro de mí, su furia palpable, lista para estallar si alguie