33. LA HABILIDAD DE ZAYDEN
ZAYDEN
Aun con la promesa de silencio sobre Lyra ardiendo en el aire, supe que debía aprovechar ese instante. Los ancianos estaban atentos, sus mentes más abiertas de lo habitual. Si iba a pedir algo extraordinario, debía hacerlo ahora.
Me erguí con total firmeza, y el peso de mi autoridad cayó sobre la sala como una sombra.
—Tengo una petición más —anuncié sin rodeos—. Quiero autorización para usar mi habilidad especial en Alfa Cade. Y también requiero utilizar los dones del híbrido.
El murmullo no se hizo esperar.
Algunos ancianos intercambiaron miradas incómodas; otros fruncieron el ceño. Pero ninguno habló de inmediato. Sabían que no haría una petición así sin una razón de peso. Además, sabían que si lo hubiera querido, podría haberlo hecho sin pedir permiso. Solo el hecho de consultarles implicaba límites... y respeto.
—¿Cuál es el propósito? —preguntó finalmente el anciano Aldrick, con voz mesurada pero firme.
—Necesito quebrarlo —dije con frialdad—. No físicamente. Espiritualme