Camille
Salgo de la empresa y tal como lo acordé, me apresuro a llegar al restaurante donde quedé de verme con Mario. Cuando llego al lugar, doy mi nombre y al instante me llevan a una linda terraza donde ya me espera mi amigo.
—¡Cam, mi cielo! ¿Cómo has estado? —me cuestiona dándome un beso en cada mejilla y, sin poder evitarlo, le doy un fuerte abrazo. Mario es un buen amigo en quien confío demasiado.
—¡Hola, Mario! Estoy muy emocionada, ¿y tú? Te he extrañado mucho en todos estos días.
—Yo estoy de maravilla, también te he extrañado mucho, cariño. No tienes ni idea de lo emocionado que estoy, de que por fin podremos trabajar juntos, porque espero que ya te has decidido, ¿o me equivoco?
—Claro que estoy decidida. Siempre quise tener mi propia tienda de vestidos exclusivos y ahora que seremos socios me parece una idea estupenda —respondo mientras le sonrió. Toma mis manos entre las suyas y me da un beso en ellas.
—Estoy seguro de que nuestra tienda será un éxito.
Comenzamos a comer,