A la mañana siguiente, salió como de costumbre. Sin importarle qué día era. Fue a la bodega para encontrarse con los amplios portones cerrados. Los fines de semana nadie llegaba a trabajar; sin embargo, no era a eso por lo que había llegado. Se acercó, mirando de lado a lado. Tomó el picaporte y lo intentó abrir. Comprobando que realmente estaba asegurado. Después, puso las palmas en la madera, agitándola varias veces.
La gran estructura apenas se vio inmutada. Un suave chirrido se escuchó en las bisagras. Implementó toda su fuerza en empujar; pero su estado físico era pobre. Por tal motivo, se cansó antes de lograr algo. Dejó caer los brazos. Su aparición por ese lugar sólo era para asegurar que no había nadie dentro. Entonces, pasó de largo en la calle.
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