El aire golpeó su cara. Corrió por las calles apenas alumbradas por la luna. Cruzó por varios callejones. Perdiéndose en el pueblo para que su ubicación no fuera localizada fácilmente. Cuando sintió que el oxígeno no le era suficiente se detuvo. Apoyado con una mano en una pared desconocida. Miró adelante y atrás. Luego, comenzó a caminar con cautela.
No tardó en toparse con el camino hacia el parque. Vigilante, ingresó a él. La fuente nunca paraba de soltar agua de la cima. El agua acumulada abajo estaba tranquila, manteniendo el estanque nítido y transparente. Cruzó el puente. Los árboles a un lado se movieron al pasar. Solitario, el silencio de la noche le ponía el vello de punta; pero había un objetivo en mente que le daba valor. Marchó, escondiéndose en las sombras. Se