El bastón golpeó el suelo, portado por una mano huesuda y arrugada. El hombre se encorvaba al caminar; mientras era seguido por su protector a tan sólo unos pasos de distancia - ¡es un descaro! - proclamó al cruzar la puerta - mi propio discípulo quiere robarme lo mejor que tengo - entró, somatando el bastón.
Teo se paró con su llegada; mientras su padre se acomodó en el asiento - Veo que ya te han informado - su expresión era tranquila.
-¿Aún teniendo más opciones, prefieres llevártelo?.
-Te recuerdo que todos somos libres de tomar decisiones. Si él quiere irse de tu lado, yo lo aceptaré con gusto.
-Eres un aprovechado - Marcelo se acercó a Teo