Natalie siguió con la mirada la salida de Malakai hasta que escucho la puerta cerrarse, dejando un vacío que parecía amplificar la tensión en el aire.
Una vez solos, Magnus se volvió hacia Natalie.
— ¿Qué pasa, pulga? — insistió el mayor, con la voz ahora más gentil que lo de costumbre, pero cargada de expectación, y Natalie suspiró profundamente, como si el peso de sus recuerdos se materializara en ese instante.
— Cuando me casé con Nelson, estaba muy sola... me sentía sola, siempre fue así desde que dejé el rancho. — comenzó a relatar con voz temblorosa, tratando de darle a Magnus un panorama mayor de lo que él pudiese ver ahora. — Nelson siempre estaba ocupado con sus negocios, sus actividades… nunca parecía haber espacio para mí y como sabrás mi madre tampoco me dedicaba tiempo ni cuando dependía de ella, menos una vez que me case… tampoco tenía amigos. — susurro aquella, verdad con pena de ella misma, porque sentía que no encajaba en la ciudad, en el mundo en general, solo allí,