Natalie quedó aturdida por un momento al ver los ojos de Malakai, era como si el vaquero la llamara, como si una fuerza invisible quisiera arrastrarla hacia sus brazos, y por un instante, deseó correr hacia él, y compartir la euforia de su victoria, pero se contuvo. Malakai no le había dirigido la palabra en casi un mes, y no iba a ser ella quien rompiera el silencio, con un suspiro, desvió la mirada y caminó hacia Magnus, Nero y Terry, quienes se acercaron para felicitarla con entusiasmo.
—¡Eso fue increíble, Natalie! —exclamó Nero, alzando su cerveza con una sonrisa radiante.
—Impresionante, de verdad. ¡No puedo creer que hayas aguantado tanto tiempo! —añadió Terry, dándole un ligero golpe en el hombro, como si no pudiera contener su admiración.
—Buen trabajo pulga. — la felicito Magnus, mostrando una sonrisa genuina, y orgullosa. — Ahora, me iré a descansar, porque este viejo lobo ya no está para trasnochar, pero te dejo en buenas manos con estos dos. Diviértete. — Natalie asintió