Lo que más desconcertaba a Malakai era el evidente contraste en la forma en que Natalie se dirigía a él y a Nero y Terry, como cada vez que interactuaba con los dos jóvenes lobos, su voz se suavizaba, su tono adquiría un matiz cálido, casi familiar.
—Nero, ¿puedes ayudarme con las mesas? No quiero que los comensales esperen demasiado. — Su voz era dulce, como si hablara con un hermano menor.
—Terry, asegúrate de que nadie se quede sin atender, confío en ti. — Sus palabras estaban llenas de cariño y confianza.
Malakai observaba esas interacciones con una mezcla de celos y tristeza, el trato que Natalie ofrecía a Nero y Terry era un recordatorio constante de que él no era parte de ese círculo cercano, de esa "pequeña familia" que ellos formaban. A pesar de su dolor, no podía evitar aferrarse a las pequeñas muestras de afecto que Natalie dejaba escapar involuntariamente cuando interactuaban en la cocina, la forma en la que se ruborizaba cada vez que sus manos se tocaban o cuando él invad