—No me cabe en la cabeza esta situación... Parece que lo hiciste a propósito, para regalarle el bar a Marco y dejarme en la quiebra —aunque me escucho calmado, no lo estoy. Mi padrino resopló.
—¿Te has vuelto loco? Puedes largarte a tu casa si no tienes nada mejor que decir aparte de tonterías... Además, en la quiebra no estás. Bastante caro me cobras por cualquier trabajo —chasqueo la lengua, disgustado.
—No creas que matar es divertido. Y con lo que pagas, no me alcanza ni para tapar los huecos. Si no fuera por mis trabajos extras, ya estaría quebrado. Pero voy a darte el beneficio de la duda... Enzo...—
Su teléfono vibra justo cuando va a responderme. Veo el nombre en pantalla y río negando con la cabeza.
Se lleva el aparato a la oreja, y no dice mucho.
—Bien. Marco firmará los papeles hoy mismo y se pondrá en marcha cuanto antes. Espero su colaboración, capitán. A partir de ese trabajo, es libre de mí —cuelga.
—¿Qué hiciste? ¿Le perdonaste la deuda que tenía contigo con tal de que