Llegué a la casa de mi padrino y tomé asiento con tranquilidad.
Me ofreció un trago y lo acepté. Encendí un cigarrillo.
No fumaba en casa desde que ella estaba allá.
—Me querías ver —pregunté.
—Relájate, tengo buenas noticias para ti—me acomodé en el asiento con una sonrisa.
—Soy todo oídos— dije, ansioso por escuchar.
—Tu dinero regresará a ti en los próximos días.—
No entendí de qué hablaba. Se dio un trago, y yo también.
—¿No entiendo a qué te refieres?—
—Resulta que me han dado una buena noticia. Emiliano ha vendido la virginidad de su hija a Martín, para pagarte. Incluso le saldó la deuda que tenía con él y le regaló cincuenta mil dólares más.—
Me congelé por unos segundos.
¿Qué diablos?
—¿Sabías que esa chica era virgen? Me llené de sorpresa al saberlo —mi padrino me observó.
Sé que está estudiando mis facciones. Quiere ver si siento algo por ella.
—Sí... lo supe desde el primer día.—
—Mhmm... ¿por qué no se la arrebataste? Nunca has tenido una virgen.—
—A ver...