Nunca imaginé que ver a Sol en un vestido de novia, caminando hacia mí, me iba a emocionar tanto. Odiaba la idea de comprometerme con alguien; solo imaginarlo me daba asco. Incluso tener hijos era una maldición para mí.
Hasta que conocí a Sol. Ella cambió todo en mi vida. Se metió tan dentro de mi alma que me resulta imposible volver a ser como antes, o ver la vida como la veía entonces: todo girando en torno al dinero y al placer, con mis intereses como única prioridad.
Ahora la tengo a ella. Ahora mi prioridad es ella... y luego mis hijos. Sol es mi todo. El combustible que mueve el motor de mi corazón.
Y aquí estamos, instalándonos en el hotel.
—¡Por Dios! —entra a la habitación con los ojos muy abiertos al ver la decoración con motivo de nuestra boda y los regalos sobre la cama.
La cantidad de flores es algo exagerado...
—¿Qué es todo esto...? —pregunta, llevándose la mano a la boca mientras camina hacia ellos.
—Espero que te gusten —respondo acercándome—. Es un pequeño detalle...