—¡Vaya...! —se mofa Alessio y me besa la mejilla pasando frente a Claudio —. Veo que estás muy solicitada. ¿Qué hace él aquí?
Me encojo de hombros y camino hasta el minibar, me sirvo un gin tonic y sigo fumando tranquilamente. Me da exactamente igual que apresen a mi ex como que se maten entre ellos, no tengo preferencias. Mi intención es mantener a Samuel a salvo y pecar a gustito con mi ruso.
—Creo que ya sabes que puedo meterte a la cárcel por el resto de tu vida —ironiza Claudio —. Si yo fuera tú no provocaría a alguien como yo.
—Si tu fueras yo —repite Alessio caminando hasta ponerse a mi lado —, habrías muerto por esta mujer, no sabes quién es cuando se deja suelta y entre todos sabemos que envidias lo que he tenido con ella, que te mueres de ganas de ser su héroe y por eso estás aquí sin imaginar que es muy capaz de salvarse hasta del mismísimo diablo y que ahora está más protegida que nunca y después de eso, sabemos muy bien que soy intocable, que no tienen nada para atraparme