Adrián.
Llegué a la hacienda, tratando de controlar mi ira y olvidar lo ocurrido, pero las circunstancias se me estaban complicando. Entré apresuradamente al santuario para ver a Alyan; allí se encontraba la abuela de Victoria y Romina, ambas lo rodeaban. Esta última, al verme, se dirigió hacia mí y me abrazó, luego depositó su cabeza en mi pecho como si se le hubiera olvidado todo lo que le había comunicado; no le negué el abrazo. Luego de un breve instante, la aleje de mí y me acerqué a Esther, quien observaba a Alyan con devoción.
—¿Cuál es la situación actual?
—No puedo mentir, está experimentando un dolor profundo. Luthzer lo está castigando con gran crueldad y él lucha por mantenerse vivo. Los centinelas deben hacer todo lo posible para ayudarlo, y si Luthzer logra pasar a Alyan a su bando, estaremos perdidos… Entraríamos a la era de la oscuridad eterna.
Esther permaneció en silencio después de pronunciar dichas palabras, posteriormente observó a Romina. Yo compre