Capítulo 58 — Entre Cartas y Confusiones
Todavía faltaba un día para el esperado baile en los jardines Reales. En la residencia Derby, la rutina se desarrollaba con la calma habitual: las doncellas iban y venían por los pasillos, el conde revisaba correspondencia en su despacho y la señorita Virginia se preparaba para tomar el té en la sala rosa, su lugar predilecto para las conversaciones tranquilas.
Esa misma mañana, Charlotte le había enviado una misiva. Su caligrafía era más temblorosa de lo habitual, casi triste. Le contaba a Virginia que no sabía si asistiría al próximo baile, pues las deudas con la modista se habían acumulado tanto que ninguna costurera estaba dispuesta a confeccionarles vestidos nuevos. “No hay peor humillación que ser señaladas por la sociedad por vestir lo mismo dos veces”, había escrito con resignación.
Virginia, al leer esas líneas, sintió un nudo en el pecho. No dudó un segundo en responderle:
Mi querida Charlotte, te ruego que vengas a visitarme. Tengo n