Capítulo 55 — Una Propuesta desde Derby

Virginia apreciaba sinceramente a sus dos nuevas amigas. En poco tiempo, había aprendido a quererlas con afecto genuino, como si el destino hubiera decidido colocar en su camino a dos almas distintas, pero igualmente nobles. Charlotte, con su alegría contagiosa y sus comentarios siempre francos; y Clara, con esa dulzura reservada que escondía una gran fortaleza interior. Ambas representaban para Virginia un refugio en medio del torbellino de la sociedad londinense.

Aquella mañana, la rutina en la residencia Derby seguía su curso habitual. El conde y Virginia se encontraban en el despacho, atendiendo la correspondencia que llegaba diariamente desde sus propiedades.

Virginia, sentada frente al escritorio, ordenaba los sobres según su procedencia mientras el conde, con su habitual concentración, rompía sellos y leía cada carta con calma. La mayoría eran asuntos administrativos: informes de cosechas, solicitudes de reparación o pagos de rentas atra