59- En las garras del alfa enemigo.
Cloe asintió, cerrando los párpados. Un resplandor suave comenzó a palpitar en torno a sus dedos.
—Silencio —pidió.
Los lobos contuvieron el aliento. La luz que emitía la luna llena se filtró entre las ramas, bañando a Cloe en plata. Sus labios se movieron sin emitir sonido; buscaba el cordón espiritual que la unía a su hija. De pronto, sus ojos se abrieron.
—La siento… al sur‑este, cerca del límite con las montañas negras —susurró—. Está herida… no gravemente, pero débil. Y… adormecida por un sedante.
Gregor dio un paso adelante.
—Entonces no hay tiempo —dijo, mirando a Ethan—. Déjeme guiar la partida de rescate.
—Quédate con tu manada, Gregor. A nuestra hija la buscamos nosotros.
—Ethan, ya basta —intervino Cloe, posando su mano sobre la de él con una firmeza delicada—. Gregor vendrá con nosotros; su vínculo con Elyria puede ayudar.
El alfa supremo tensó la mandíbula. —Bien —concedió—. Pero escucha, Gregor: solo vienes porque mi luna lo exige. Cuando esto acabe, tú y yo aclararemos