Fue mala idea dudar de las capacidades de una familia de locos, en especial de la familia Montero.
Una familia capaz de asesinar por un engaño, lastimar a mujeres inocentes y destruir hasta su propia sangre.
Que estúpida fuí.
—¡Catherine, responde!
—Hay alguien más conmigo. —Fue lo único que dije antes de colgar el teléfono, tal cual como una serpiente me comencé a escabullir entre las columnas y escombros del edificio, buscando un lugar en donde esos desconocidos no me puedan ver.
—Escuche a alguien en el segundo piso.
—Estoy seguro de que la vi en la ventana.
Trague algo de saliva, aterrorizada.
¿En qué familia de locos me vine a meter?
Después de vivir toda una vida de comodidades, es otra familia la que me hace pasar este tipo de trabajos.
Vaya desgracia.
—¡Jefe, ya no está en la ventana! —Aguante todo el aire en mis pulmones, tratando de no ser descubierta por esos hombres.
Escondida detrás de una columna, con algunos escombros a mi alrededor. Lograba escuchar los pasos no solo