Capítulo 23

¿Que tan desgraciada puede ser una mujer solo por no dejarse arruinar por una familia de imbeciles?

Supongo que lo suficiente como para considerar que ella merece morir, como para pagar hasta un millón de dólares solo para hacerla desesperacer.

No se cuanto tiempo paso, solo cuento las cortadas en mis piernas que cada vez se vuelven más extensas y profundas, plantando un terror aun más grande en mi cabeza al tenerme en la expectativa de cuando dejarán de ser cortadas para quitarme una de mis extremidades.

Las pocas fuerzas que tenía para pegarlos ya desaparecieron, solo soy capaz de llorar y llamar en susurros a mi papá y mamá, maldecir una y otra vez a la familia Montero y arrepentirme de haber vivido gran parte de mi vida haciendo dietas en vez de comer tanta porquería como me venga en gana.

Si salgo de aquí, algo que dudo.

Voy a comer como una desgraciada.

Algo que pensé que no llegaría a hacer, o al menos fue así hasta que escuche con claridad las alarmas de las patrullas policial
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