Capítulo 8.
Xenois
Cuando volví a la cocina, Lumina limpiaba la encimera con movimientos lentos y precisos. Ollie había abandonado su desayuno a medio comer y ahora estaba junto a la puerta, llenando su mochila con juguetes de dinosaurios.
—Tengo que salir temprano —le dije, mintiéndole con facilidad—. Tengo una reunión con el consejo antes de ir la oficina.
Lumina detuvo lo que hacía y, por un momento, pensé que me confrontaría, que me exigiría decir la verdad. Parte de mí deseaba eso, quería la pelea, la confrontación, cualquier cosa menos ese extraño silencio que me estaba aplicando.
Pero solo asintió lentamente. —Estaremos bien.
—¿Papá, me llevarás a la escuela? —Ollie se acercó, lleno de energía y esperanza.
Sentí la intensa añoranza en sus ojos como una puñalada en el corazón. ¿Cuándo fue la última vez que hice algo tan simple como llevar a mi hijo a la escuela?
—Hoy no, amigo. Tengo asuntos importantes como Alfa —le dije, agachándome a su nivel y acomodando el cuello de su camisa—. Pero, ¿q