Ollie

Seguí a Riley hasta la sala de descanso, llevando mi lonchera en la mano. Él estaba sentado en una de las pequeñas mesas, mirando su bolso con una expresión que nunca había visto en su rostro, parecía hambre y vergüenza.

—¿Riley? —lo llamé suavemente, sin querer asustarlo ya que parecía perdido—. ¿Estás bien?

Me miró y por un instante, su máscara se cayó. Vi lágrimas acumulándose en las comisuras de sus ojos y sus manos convertirse en puños mientras intentaba controlar sus emociones.

—Estoy bien —dijo, pero su voz se quebró al decirlo.

—¿No... no tienes almuerzo? —pregunté con delicadeza, no entendía cómo Sophia olvidaría alimentar a su hijo. ¿Acaso no sabía que debía darle de comer?

—Porque yo tengo extra, mamá siempre pone demasiada comida y...

—¡Ya dije que estoy bien! —exclamó Riley, golpeando el escritorio con la mano, pero lo vi tragar con fuerza y su estómago rugió justo en ese momento.

Saqué medio sándwich de mi lonchera, era de mantequilla de maní y mermelada, mi mamá lo