Lumina

El trayecto hacia el penthouse de los padres de Xenois se sintió menos como un paseo agradable y más como un viaje hacia mi propia ejecución.

Estaba sentada en el asiento del pasajero, viendo las conocidas calles de Arroyo de Plata pasar borrosas mientras mi estómago se llenaba de una mezcla de temor ante esa visita y resignación, porque no había nada que pudiera hacer al respecto.

En el asiento trasero, Ollie estaba muy callado, con su tableta olvidada en el regazo y mirando por la ventana con la misma expresión preocupada que reflejaba mi rostro.

Xenois no habló mucho durante el viaje de veinte minutos, pero sus manos apretaban el volante con más fuerza de lo necesario.

La tensión entre nosotros desde la conversación de la mañana aún persistía y solo empeoró con la llamada telefónica de Sophia que había intentado ocultarme, sin éxito.

Sabía que había querido ir a verla, para consolarla y revisar sus heridas. El hecho de que eligió quedarse en casa con su familia debió haberme