Lumina

Me uní a ellos en la barra, bebiendo mi propio café mientras los veía conversar animadamente, absortos el uno en el otro. Eran momentos como esos, especialmente por lo raros que eran, los que me mantuvieron esperanzada en mi vida pasada.

Pero ahora sabía más; esos pequeños instantes pronto serían cubiertos por promesas rotas y sillas vacías en las mesas de la cena.

—Ollie, termina —dije, mirando la hora—. Tenemos que vestirte para la escuela.

—Sobre eso —intervino Xenois, dejando su taza de café y mirándome—. Pensé en llevar a Ollie hoy a la escuela.

Levanté una ceja, sorprendida por su ofrecimiento. —¿Tienes tiempo para eso?

—Moví algunas reuniones —respondió, sin mirarme—. Pensé que sería bueno pasar tiempo con él.

Vi que Ollie nos miraba con el ceño ligeramente fruncido, claramente sorprendido por las palabras de su padre. Aunque tenía cinco años, era lo suficientemente observador como para notar que Xenois se comportaba de forma extraña.

—Quiero ir con mamá —dijo en voz baja