Lumina

Estaba en la cama leyendo cuando Xenois finalmente se unió a mí en nuestro dormitorio.

Se movía con discreción para no despertarme, pero no importaba porque no estaba dormida. Mis ojos seguían fijos en el libro, aunque no había pasado de página en diez minutos.

El colchón se hundió cuando se sentó en su lado de la cama. Pude sentir que me observaba, probablemente estaba reuniendo valor para la conversación que creía que necesitábamos tener.

—Ollie está dormido —dijo finalmente—. Le encantó ese cuento.

—Sí —respondí con indiferencia, sin levantar la vista del libro.

—Lumina, ¿podemos hablar?

En mi vida pasada, esas palabras me habrían dado la esperanza de que las cosas mejorarían o algo así, ahora sabía más.

Cerré el libro despacio y lo dejé en la mesita. —¿Sobre qué?

Xenois se pasó una mano por el cabello, una clara señal de nerviosismo.

—Debí habértelo dicho antes, Sophia Kingston ha vuelto a Arroyo de Plata.

Mantuve una expresión neutral y asentí despacio, como si fuera una n