Entro en el comedor y me los encuentro a esos dos comiendo como cerditos, no entendía como Hanny podía seguir tan tranquila después de haber visto a mi padre, yo no lo estaba y menos después de su adorable “advertencia”.
—Terminaste pronto —me dice, echándose una cucharada de cereal con leche en la boca como si nada hubiera pasado.
—No entiendo cómo puedes estar tranquila, sé que lo escuchaste.
—Claro que lo escuché o crees que no me escondería detrás de la puerta que da al pasillo.
—¿Y no te preocupa?
—¿Por qué habría que hacerlo? — vuelve a comer como si nada y luego su mirada va a un punto fijo en el cereal —. Mierda, tenemos setenta y dos horas para preparar una propuesta épica.
—¡¿Qué?! No juegues conmigo, Hanna Cicarelli, esto no es una broma.
—Por supuesto que no, Benedict Henderson, te estoy hablando muy en serio, no sabes los dramas que hemos tenido que pasar por las propuestas de matricidio en nuestra familia.
Y si quieres que mi papá te de el voto de confianza que necesitas