La noche seguía envolviendo el cielo con su manto oscuro, pero el frío ya no me molestaba tanto. Quizá era la manta sobre mis hombros… o quizá era la persona que tenía a mi lado.
Lucian suspiró y se levantó de su asiento.
—Es tarde. Deberías descansar.
—Lo mismo para ti —respondí, mirándolo de reojo.
Él sonrió con esa expresión serena que a veces me desconcertaba.
—Haré una ronda antes de acostarme. Quiero asegurarme de que todo esté en orden.
No me sorprendía. Siempre estaba en alerta. Asentí con una leve sonrisa.
—Gracias, Lucian.
Él sostuvo mi mirada por un instante, pero cuando hizo ademán de darse la vuelta, mi cuerpo se movió antes de que pudiera pensarlo. Sin decir nada, estiré la mano y lo tomé de la muñeca.
Lucian se detuvo, y en ese momento, lo abracé desde atrás. Sentí cómo su cuerpo se tensaba con sorpresa al principio, pero solo por un segundo. Luego, lentamente, bajó las manos y las colocó sobre las mías.
Mis dedos se aferraron a su ropa, mis mejillas presion