- ¿Por qué tú? ¿A dónde está Marcos?
- Con Felipe, haciendo un encargo
- ¿Necesitas a los dos para un encargo?
- Es un encargo personal
- Por eso, no tenías que ocupar a los dos
- Nina – se rascó el entrecejo – Aquí… no puedo andar tan cómodo como quisiera
- Supe que no le caes en gracia a nadie del pueblo – se burló ella
- Así es, así que cuando necesito algo, lo hace Marcos con el apoyo de Felipe
- Tú podrías haber comprado las pastillas de Sara en la farmacia para que ella me llevara…
- Tú podrías aprender a manejar
- Tengo miedo
- ¿Qué…?
- Durante cinco años creí que había tenido un accidente al conducir, no quise aprender a conducir porque me daba miedo
El camino a la casa tenía su buen trecho, aun en auto, así que Nina se acomodó tomando un par de hojas que había comprado y su lápiz para concentrarse en algo e ignorar a Salvador
Desde su asiento, Salvador la miraba cada tanto, todavía estaba un poco avergonzado por quedarse mirando cuando ella estaba desnuda…
La imagen de Nina