46. Déjate llevar
Esa noche se suponía que íbamos a cenar juntos, pero los señores Castillo nos dieron la oportunidad de comer en nuestras habitaciones para “más privacidad”. No sabía si en cada habitación habían sido premiados con la “manta del amor”, pero era sumamente gracioso.
Colocamos la manta a un lado de la cama mientras ambos revisábamos nuestros teléfonos, pues habíamos adelantado buena parte de nuestro trabajo para tener esta semana libre.
—Laurent, ¿quieres ver una película o algo?
—Claro, ¿por qué no? ¿Qué quieres ver? Si me dejas escoger, haré que te ahogues en un mar de lágrimas con El diario de una pasión.
Mi propuesta solo provocó que hiciera una mueca. Cuando estuvo a punto de responder, se escuchó un leve jadeo que hizo que me sentara de golpe. Puse cara de terror, lo que provocó que Brian soltara una enorme carcajada.
¿Acaso estábamos siendo testigos de una porno en directo?
Un fuerte golpe. Muy probable una nalgada.
Un jadeo.
Y después… silencio.
Aquello casi me hizo reír, pero Bri