42. Una hermosa bella durmiente
Liliana permanece en silencio unos cuantos segundos antes de buscar una expresión que no delate su sorpresa. Una sorpresa inmensa que corre por sus venas. Una sorpresa sospechosa. Liliana sólo sonríe.
—Oh —expresa, apretando lo que lleva en sus manos con fuerzas—. ¿Adoptar a Lilibeth? ¿A la pequeña? ¿Y por qué?
—Una decisión personal. Verá, soy un hombre no casado y una de mis metas es tener un hijo, y desde que vi a la pequeña en ese estado mis ganas aumentaron. No puedo creer que alguien tendría el corazón para hacer algo así. Una niña con un asma severo necesita un gran cuidado. Un cuidado que yo puedo brindarle —Emmanuel se apoya en la mesa de recepción con un solo brazo. Su rostro estira una sonrisa que Liliana no cree que sea verdadera.
Ni en estos momentos, y quizás nunca. Algo en Emmanuel irradia algo extraño. No entiende de qué se trata, pero no puede admitir que lo dice le produce lo mismo que la sospecha que se tiene cuando se anda en un callejón a oscuras, entrada la no