Josefina observa tras el cristal al señor Camilo en una cama ya en un hospital privado. Le acaba llegar la noticia de su hijo, pero ahora, no sabe si verlo. Sabía que esto pasaría, pero la tiene sin cuidado. Juan Pablo aprenderá que por su familia y su estatus hará lo que sea, no importa si eso lo involucra a él. No volverán a tener contacto con Gladys ni aunque pasen mil años.

Se echa aire y su hija Priscila sigue a su lado. Acaba de salir de la habitación, rezando un poco con su madre para que su abuelo se recupere. Josefina la mira de reojo.

—Tenemos qué adelantar tu boda. Aplacaremos el escándalo de tu hermano —Josefina mueve el abanico sin mirarla—. Prefiero que hagamos el anuncio y que no esté presente la madre de tu prometido.

—Te recuerdo que la señora Tatiana ha sido muy buena conmigo. No quiero que tenga también tu desprecio —Priscila se limpia la nariz—. Iré a ver a mi hermano.

—No —Josefina la detiene.

—Pero mamá —Priscila no lo comprende—. Juan Pablo está siendo acusado d