28. Apenas comienza el complot
Los ojos de Esmeralda se abren como nunca antes, lanzando al hombre frente a ella lo más lejos posible. Pero Juan Pablo deja a Gabriel en el suelo.
—No es lo que crees. Éste…¡Este hombre quería besarme a la fuerza! —Esmeralda se toma del vestido y corre hacia Juan Pablo. Se coloca detrás de él con una mirada de terror—. ¡Te lo juro! ¡Quería aprovecharme de mí sin importarle si Gabriel estaba presente!
Pero el hombre sólo sonríe y se mete las manos en el bolsillo del pantalón.
—¡Sácalo de aquí, Juan Pablo! ¡Llama a seguridad! —Esmeralda pide.
—¿Quién eres tú? —Juan Pablo no le aparta la mirada. Esto no le siente bien. Y menos que Gabriel esté presente—. Quién eres, te pregunté.
—Estoy seguro que tu esposa puede responderte muy bien esa pregunta. Soy Ezequiel, un placer. Pero ya yo me iba —el llamado Ezequiel se coloca una chaqueta de cuero y un sombrero en la cabeza. Se arregla la misma y sonríe una última vez—. No quiero molestar. Buenas tardes.
Juan Pablo le coloca la mano en el pech