17. Un rostro familiar

—¿Gladys? ¡Gladys! —Germán entra al departamento recibido por Lidia, la señora que limpia, completamente asustada—. ¿Dónde está?

—No quiere comer ni salir de la habitación, señor. Por eso lo llamé —Lidia señala una y otra vez al pasillo de los cuartos, arriba.

Cuando Germán salió a buscar a Juan Pablo Villarreal no lo consiguió por ninguna parte. Justo en ese momento recibió la llamada del departamento: Gladys estaba mal. Su única razón fue dejar el tema de Juan Pablo y tomar el auto y conducir de nuevo a su casa. Como no entiende qué sucede de una vez corre hacia la puerta tumbándole de un solo golpe.

Gladys está en el suelo, sola, y con un cuchillo en la mano. Germán abre los ojos y se abalanza hacia ella.

—¿¡Qué estás haciendo?!

—Ellos tienen a mi hija y le van a hacer daño. M-me amenazaron con que le harían daño —Gladys balbucea entre lágrimas—. Necesito…necesito hacer esto para que no le hagan daño.

—¡Escúchame bien, Gladys! Nadie le hará daño a tu hija: ya envíe a la fiscalía le
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