CAPÍTULO 47
IKER
Estar de nuevo con mi niña me hace tan feliz. El alma me volvió al cuerpo, ya no me siento vacío; soy muy dichoso. Nunca imaginé que fuera ella quien viniera a mí. Estaba dispuesto a todo por su perdón. Quisiera que este día no acabara. Disfruté mucho estar de nuevo en sus brazos, volverla a besar, sentir sus caricias y sus besos, escuchar de nuevo un “te amo” de su boca, me llenó el corazón. No voy a desperdiciar esta oportunidad; me dedicaré a hacerla feliz, a amarla como ella lo merece.
Acaricio su bello rostro y beso sus labios.
—No te vas a arrepentir por esta oportunidad, mi chiquita, te lo juro —vuelvo a besar su boquita.
Nos miramos; puedo sentir mis ojos brillar de felicidad.
—Eso espero, Arce —me dice tomándome de la camisa. Río.
La beso.
—Vámonos.
—¿A dónde? —me mira confusa, esbozando una sonrisa.
—A nuestro lugar.
Asiente sonriendo. Amo verla sonreír, ver sus ojitos brillar como antes.
—Iré por mi bolso.
—Okay, mi vida, yo cerraré aquí.
Asiente suavemente