CAPÍTULO 46
IKER
Han pasado varias semanas desde que ya no vivo con Danielita. La extraño demasiado, sobre todo despertar a su lado. En las noches solía meterme en su cama, abrazarla fuerte, impregnarme de su olor y que ella se quedara con el mío.
Hoy llegué temprano al taller para revisar la camioneta de un cliente que quiere que le cambie el estéreo. Estoy concentrado en mi trabajo cuando escucho su voz. Levanto la vista… y ahí está, tan hermosa como siempre. Antes de abrir el taller pasé por su casa y, como todos los días, le dejé su flor roja.
Faltan unas semanas para su cumpleaños y para el 14 de febrero. Debo pensar bien qué haré. Quiero que sea especial.
Nuestras miradas se cruzan; le sonrío y ella responde con una leve sonrisa que me roba una sonrisa.
Termino de instalar el estéreo y lo pruebo. Funciona perfecto. Subo el volumen para que mi chiquita lo escuche, porque quiero que sepa que es el regalo más grande que Dios me dio y no pienso perderlo. Mi misión será hacerla feliz