Capítulo 47: Secuestro.
El sonido de sus tacones resonaba en el vacío del estacionamiento subterráneo. Elena caminaba con paso rápido, cargando la carpeta con los últimos informes. Siempre la acompañaban hombres de seguridad que Alexander había ordenado para ella, pero aquella noche, sorprendentemente, no había ninguno. Ni un murmullo, ni un movimiento de chaquetas negras en la penumbra. Ni siquiera estaba la seguridad de la empresa.
Frunció el ceño.
— ¿Dónde demonios están? — susurró para sí, apretando con más fuerza las llaves del coche.
El aire estaba pesado, demasiado silencioso. Apenas alcanzó a llegar al vehículo, cuando un frío estremecimiento recorrió su espalda. Algo no estaba bien. Alcanzó a girarse, pero antes de poder reaccionar sintió un golpe seco en la cabeza. Un dolor punzante la atravesó, y la oscuridad la devoró de golpe.
Su cuerpo cayó sin fuerzas contra el pavimento.
— ¡Señorita Valdivia! — gritó una voz masculina a lo lejos. Un hombre apareció corriendo desde la entrada del estacionamien