Capítulo 46: No habrá límites.
Lo que más la atormentaba era la claridad con la que él había pronunciado cada insulto, cada acusación. No fue el ataque de un hombre cegado por el momento. Era algo viejo, acumulado, con raíces profundas.
«Ni siquiera lo justifiques», se repitió a sí misma. No lo iba a hacer. No iba a caer en la trampa de suavizar lo que había visto.
Un golpeteo en la puerta interrumpió su tormenta interna. Sofía entró con una carpeta en las manos.
— Señora, el inversionista llegó. Y también… Sebastián Lothus. Está esperando en recepción.
Elena cerró los ojos, respiró hondo, y asintió.
— Hazlo esperar. Primero el inversionista.
Sofía dudó un segundo.
— Y si insiste…
— No me importa. Hazlo esperar.
Horas más tarde, Sebastián seguía en el mismo sillón de recepción, con una calma casi insolente. Miraba el reloj de tanto en tanto, mientras Sofía le negaba acceso con la misma paciencia que se necesita para contener a un huracán.
Elena acompañó personalmente al inversionista hasta la puerta del despacho. H